Israel, un caso peculiar de DP
Hace unos meses se celebraron los 61 años de la fundación del Estado de Israel por “David Ben Gurión en tierras de la antigua Palestina” y los 60 años de su admisión a la Organización de Naciones Unidas . (El Reino Unido se retiró del territorio el 15 de mayo 1948 e Israel fue admitido a la ONU el 11 de mayo de 1949). A pesar de ser un sexagenario, todavía algunos de sus vecinos cuestionan su existencia. Atender esta compleja realidad representa un reto permanente para su Ministerio de Asuntos Exteriores y particularmente para aquellos encargados de conducir las actividades de diplomacia pública.
En este contexto, hace unos días se dio a conocer un estudio sobre la “Diplomacia Pública” (DP) elaborado por el Instituto Samuel Neaman, el Instituto Israelí de Tecnología y el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país. En el capítulo de conclusiones (VIII), Dov Shinar recupera del resto del informe una serie de elementos que hacen de la práctica de la DP en ese país un caso peculiar frente al resto de los países de sus dimensiones.
Primero, Shinar señala que Israel es un caso particular en lo que respecta a DP y construcción de imagen nacional por que no se comporta como lo haría normalmente un país de su tamaño. Los grandes países siempre han sido destacados y controversiales en lo que respecta a sus acciones, mientras que los países pequeños entran a la escena internacional sólo en momentos de crisis y requieren de la DP para atraer atención. A pesar de su tamaño, Shinar subraya que Israel ha sido sujeto a controversia desde su creación; siempre ha atraído la atención del público internacional y ha experimentado frecuentes crisis que no le dejan espacio para una existencia normal.
Segundo, los países grandes tienen la necesidad constante de cambiar su imagen y promocionarse, al tiempo que los países pequeños necesitan de gran visibilidad. En este aspecto, Shinar destaca que Israel tiene las necesidades de un país grande dado que tiene siempre la necesidad de reformular su imagen y generalmente cuenta con una gran visibilidad (no siempre por las mejores razones, señala el autor) para un país de su tamaño.
Tercero, los países de gran tamaño tienen importantes reservas de mensajes e imágenes al tiempo que las pequeñas naciones, cuando logran tener exposición internacional, normalmente enfocan los esfuerzos de su DP a algunos nichos (como podría ser cambio climático, por ejemplo. En el caso de Israel, el autor considera que el arsenal de mensajes es siempre muy amplio a diferencia de sus imágenes. En general, la imagen de Israel está compuesta por ‘poder duro’, particularmente militar, enfrentando dificultades para desarrollar y presentar cualidades atractivas (como promotor de la paz o del medio ambiente).
Finalmente, el informe recomienda que Israel recurra al ‘poder inteligente’ (smart power) desarrollado por Robert Nye, que es la posibilidad de combinar el poder duro con el blando en el marco de una estrategia efectiva. Además, Shinar reitera que las propuestas de DP para Israel deben estar construidas sobre lineamientos básicos, elaborados a partir de temas como la legitimidad de Israel, su habilidad para sobrevivir, su rol en el Holocausto, etc… Asimismo, sugiere que la DP israelí incluya elementos considerables de lo qué es la vida en Israel más allá del conflicto. En este apartado recomienda destacar las contribuciones que ha hecho ese país a la cultura, ciencia y tecnología universal.
En suma, el informe incorpora muy buenas recomendaciones sobre Diplomacia Pública en general y en particular para el Estado de Israel. Vale la pena leerlo dada la encrucijada en la que se encuentra México. Quizás pudiéramos adaptar algunos elementos a nuestra realidad nacional.
Hace unos meses se celebraron los 61 años de la fundación del Estado de Israel por “David Ben Gurión en tierras de la antigua Palestina” y los 60 años de su admisión a la Organización de Naciones Unidas . (El Reino Unido se retiró del territorio el 15 de mayo 1948 e Israel fue admitido a la ONU el 11 de mayo de 1949). A pesar de ser un sexagenario, todavía algunos de sus vecinos cuestionan su existencia. Atender esta compleja realidad representa un reto permanente para su Ministerio de Asuntos Exteriores y particularmente para aquellos encargados de conducir las actividades de diplomacia pública.
En este contexto, hace unos días se dio a conocer un estudio sobre la “Diplomacia Pública” (DP) elaborado por el Instituto Samuel Neaman, el Instituto Israelí de Tecnología y el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país. En el capítulo de conclusiones (VIII), Dov Shinar recupera del resto del informe una serie de elementos que hacen de la práctica de la DP en ese país un caso peculiar frente al resto de los países de sus dimensiones.
Primero, Shinar señala que Israel es un caso particular en lo que respecta a DP y construcción de imagen nacional por que no se comporta como lo haría normalmente un país de su tamaño. Los grandes países siempre han sido destacados y controversiales en lo que respecta a sus acciones, mientras que los países pequeños entran a la escena internacional sólo en momentos de crisis y requieren de la DP para atraer atención. A pesar de su tamaño, Shinar subraya que Israel ha sido sujeto a controversia desde su creación; siempre ha atraído la atención del público internacional y ha experimentado frecuentes crisis que no le dejan espacio para una existencia normal.
Segundo, los países grandes tienen la necesidad constante de cambiar su imagen y promocionarse, al tiempo que los países pequeños necesitan de gran visibilidad. En este aspecto, Shinar destaca que Israel tiene las necesidades de un país grande dado que tiene siempre la necesidad de reformular su imagen y generalmente cuenta con una gran visibilidad (no siempre por las mejores razones, señala el autor) para un país de su tamaño.
Tercero, los países de gran tamaño tienen importantes reservas de mensajes e imágenes al tiempo que las pequeñas naciones, cuando logran tener exposición internacional, normalmente enfocan los esfuerzos de su DP a algunos nichos (como podría ser cambio climático, por ejemplo. En el caso de Israel, el autor considera que el arsenal de mensajes es siempre muy amplio a diferencia de sus imágenes. En general, la imagen de Israel está compuesta por ‘poder duro’, particularmente militar, enfrentando dificultades para desarrollar y presentar cualidades atractivas (como promotor de la paz o del medio ambiente).
Finalmente, el informe recomienda que Israel recurra al ‘poder inteligente’ (smart power) desarrollado por Robert Nye, que es la posibilidad de combinar el poder duro con el blando en el marco de una estrategia efectiva. Además, Shinar reitera que las propuestas de DP para Israel deben estar construidas sobre lineamientos básicos, elaborados a partir de temas como la legitimidad de Israel, su habilidad para sobrevivir, su rol en el Holocausto, etc… Asimismo, sugiere que la DP israelí incluya elementos considerables de lo qué es la vida en Israel más allá del conflicto. En este apartado recomienda destacar las contribuciones que ha hecho ese país a la cultura, ciencia y tecnología universal.
En suma, el informe incorpora muy buenas recomendaciones sobre Diplomacia Pública en general y en particular para el Estado de Israel. Vale la pena leerlo dada la encrucijada en la que se encuentra México. Quizás pudiéramos adaptar algunos elementos a nuestra realidad nacional.