14 jul 2009

¿Twittear o no Twittear? ¿Es ese realmente el dilema?

Internet 2.0 es una plataforma que puede servir a todos, tanto a gobiernos, como a casas reales, artistas, o a la sociedad civil en su conjunto. Por lo anterior, algunos analistas comienzan a cuestionar la vigencia de la pregunta sobre twittear o no twittear? ¿Es realmente pertinente cuestionarse si debe un gobierno hacer uso de las redes sociales en línea o de muchas otras herramientas virtuales o ya estamos mucho más adelante de ese punto?

Recientemente el rotativo español ‘El País’ informó que la Casa Real del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte sumaría a su página de Internet un
sitio en Twitter para hacer públicas las principales actividades de la familia real. A la fecha, el sitio tiene más de 9,600 suscriptores. Si bien la Casa Real hizo la aclaración que no sería ni la Reina ni algún otro miembro de la familia quien ‘postearía’ o subiría la información desde alguna computadora o desde su celular, esta incursión representa, sin duda, un gran avance para la monarquía con más tradición del mundo que en la actualidad ya cuenta hasta con un canal en Youtube!

En contraste, y desde la perspectiva de la sociedad civil, Guadalupe Galván destacó en su columna “La Ciberrevolución”, publicada en El Universal el pasado 27 de junio, el hecho de que Internet ha dado también origen a un nuevo periodismo de denuncia, en un medio ideal para exponer abusos, corrupción y tragedias. Facebook, Youtube, Twitter y cientos de blogs, sostiene Galván, han sido el medio por el que mundo ha podio ver fotos, testimonios y videos de lo que sucede en sitios como Teherán a partir de las cuestionadas elecciones celebradas recientemente. Trae a la memoria del lector, además, los siguientes ejemplos: los atentados terroristas en EEUU, España y Gran Bretaña, de 2001, 2004 y 2005, respectivamente, el tsunami de 2004 en el sureste asiático, las protestas en Myanmar por el alza en el precio del diesel en 2007, así como las protestas tibetanas de 2008.

Son estos acontecimientos, sin duda contrastantes, los que llevan al
Dr. Ali Fisher, Director de una consultoría en comunicación internacional, a cuestionarse en su blog si “Twittear o no twittear? es la pregunta pertinente para un gobierno. En su texto señala que, en materia de diplomacia pública, la nueva tecnología está cambiando la forma de encarar a poblaciones extranjeras. Su argumento central es que más allá de que un gobierno esté o no en Youtube, tenga un blog o twittee, el quid está en plantearse las siguientes preguntas: ¿qué plataformas debe utilizar cada organización? ¿Cómo utilizar esas tecnologías a todo su potencial? Y ¿qué parte de la tecnología está siendo usada y para qué propósito?

La gran ventaja o desventaja de todas estas herramientas es que son públicas y gratuitas. Por ello, un gobierno no debe tener un canal en Twitter por el simple hecho de tenerlo. Esto es, todos podemos tener nuestros canales individuales de comunicación y hacerlos tan robustos o complejos como queramos. Esto ha derivado en un avalancha de información; la gran mayoría ociosa. Fisher sostiene que la avalancha de Twitter es sólo eso, un alud de usuarios enviando mensajes personales que parece no tener un propósito en particular.

Por tanto, un gobierno o cualquier organización deben tener claro el objetivo que quiere alcanzar al utilizar estas herramientas. El potencial de las nuevas tecnologías para la diplomacia pública 2.0 o la diplomacia digital es impresionante. Sin embargo, para aprovecharlo al máximo se debe tener claridad en qué queremos hacer en ellos.

Fisher plantea que estas herramientas en línea deben ser concebidas como una oportunidad para coordinar acciones entre participantes. Esto es, si las organizaciones relacionadas con la DP están participando en eventos que tienen la intención de promocionar la construcción de redes entonces estas herramientas tienen un gran potencial. No obstante, primero es necesario construir una comunidad virtual, me permitiría agregar. En suma, Fisher apuesta por crear imágenes y plataformas de valor para promover relaciones entre redes alrededor de las cuales el estado y actores no estatales puedan congregarse y movilizarse.

Por ello, sugiere que los gobierno adopten estrategias de Diplomacia Pública a partir del modelo de negocio “open-source”, esto es un esquema abierto en el que las partes (nacionales y/o extranjeras) sumen esfuerzos en una empresa colectiva (entendida empresa como acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo, RAE). Gobiernos u ONG’s, entidades comerciales, o sólo miembros de un blog o Facebook podrían sumar apoyo hasta ser secundados, por ejemplo, por grupos que hacen lobby a gobiernos para promover cambios en política, pero al mismo tiempo podrían lograr su objetivo directamente modificando las actitudes o conductas de una población.

En este sentido, vale la pena destacar lo que está haciendo el Departamento de Estado de EEUU con la ayuda de las redes sociales e Internet 2.0 en la “guerra de las ideas” en contra de los militantes islámicos y de otros extremistas. Los funcionarios estadounidenses por un lado debilitan las ideologías extremistas y por otro alientan a la gente joven a que siga caminos productivos que los alejen del terrorismo, según relata el Subsecretario James Glassman. La mejor forma de hacerlo, asegura Glassman, es a través de las nuevas herramientas de comunicación. Los jóvenes no esperan que EEUU les den una clase de lo maravilloso que es ese país, sostiene Glassman, a ellos hay que hablarles de manera diferente. Para ello, el Departamento de Estado tiene equipos de funcionarios destinados a participar en blogs y página de Internet en árabe, farsi, urdu y pronto en ruso.

La DP tiene que ver con influenciar la manera en la que actúa la gente; la tecnología podría ser una de las herramientas para proveer información. En este sentido, Glassman sostiene que en la actualidad el gobierno que se resista a las nuevas técnicas de Internet está ante un grave riesgo: ser ignorado. Sin embargo, Fisher concluye que no es sólo contar con las herramientas, lo importante qué hacer con la tecnología. Por ello Fisher cuestiona si Twittear o no twittear es la pregunta, o si más bien es qué estarían tratando de lograr con esa herramienta.